miércoles, 11 de junio de 2008

No todas las muertes son iguales, no todos viven en nuestros corazones

En muchas culturas es común decir que alguien que desaparece físicamente vive en nuestra memoria y nuestros corazones; no obstante no siempre sucede eso...
Un ejemplo claro es lo ocurrido este año con dos fallecimientos de personajes de los medios; en marzo falleció Jorge Ginzburg, prácticamente fue un duelo nacional, todos los medios hicieron una adhesión de facto, fue imposible no recordar todos los momentos de nuestras vidas compartiendo sus creaciones, desde sus guiones en Diógenes y el Linyera junto a Carlitos Abrevaya hasta su sátira de programas en Peor es Nada, en mi caso recuerdo sus participaciones en Encuentro dando un toque de ironía y sarcasmo al relato descriptivo haciendo algo más que interesante. Me acuerdo que luego de su fallecimiento muchos estaban esperando en que cementerio era su entierro para darle el destino final; otro hecho curioso fue que en un foro en internet de Vélez Sarsfield (club del cual él era fanático) como algo excepcional estaba lleno de entradas que decían "yo soy de Boca, o de River, no soy de Vélez, pero quiero expresar mi dolor por la muerte de Jorgito". El día de su descanso final en el cementerio de La Tablada cientos de personas se acercaron a manifestar su afecto.
La otra cara de la moneda fue el fallecimiento de Bernardo Neustadt, en mi caso me enteré de casualidad por un reducido artículo en Clarín; los recuerdos de esta persona son más que oscuros, su defensa obsecuente a la dictadura militar, a hechos lamentables como la Guerra de Malvinas; fue un instrumento importantísimo para que el menemismo vacíe el país; recuerdo de su crítica por el juicio a los ex-comandantes, sus últimas reuniones con una persona que no merece el más mínimo de los respetos como Cecilia Pando.
¿Alguién lloró su muerte? no
¿Algún medio manifestó su dolor? no
¿Alguien lo recuerda hoy? menos
¿Se hizo algún homenaje en Racing Club cuando jugó el sábado contra Huracán? no
¿La gente se preocupó por donde era su entierro? no
Podría seguir enumerando diferencias, pero no tiene sentido, a veces se muere dos veces; a veces es tanta la vergüenza en nuestras vidas que somos un "cadáver viviente" en nuestros últimos años.

MAQUINISTA SAVIO, CIUDAD CON NOMBRE DE OBRERO

El nombre del lugar donde viven es un orgullo para sus habitantes. Hay ciudades de la Provincia de Buenos Aires que fueron bautizadas como homenaje a personas de dudosa moralidad, o como mínimo, actitudes y posiciones cuestionables. Rauch se llama sí por el militar alsaciano nacido en 1790, y que llegó al país en 1819 para participar de las expediciones punitivas organizadas por el General Martín Rodríguez contra los habitantes originarios; después encabezó tres campañas militares donde extendió, a sangre y fuego, y jactándose de “ahorrar balas degollando ranqueles” la frontera agropecuaria para sus patrones, los oligarcas.Daireaux fue nombrada con el apellido de un normando que nació en 1839, llegó a la Argentina en el 1868, y en 1883 ya tenía enormes extensiones de campos en la Pampa Húmeda.Abundan los homenajes inaceptables, en Ezeiza una localidad se llama Canning, debe ser por George, quien fue uno de los hacedores del Imperio Británico que tanto expolió a nuestro país durante su larga participación como Canciller durante buena parte de la primera mitad del siglo XIX.General Alvear presenta varias vergüenzas juntas, ya que a la vez quien le dio nombre fue un traidor a la patria, un militar más que polémico, y un fundador de la oligarquía vacuna.Lo que no van a encontrar por ningún lado, porque la ciudad escobarense es un caso único, un asentamiento humano que lleva el ilustre apellido, y el oficio, de un obrero.

Francisco Savio nació en Las Heras el 9 de agosto de 1882, hijo de inmigrantes italianos. Ingresó a la empresa ferroviaria que realizaba los viajes a Rosario a los 13 años, el 1ro. de marzo de 1896 como mensajero de la sección Vía y Obras., y transitó por todo el escalafón, una vez incorporado a la sección Tracción en el Galpón de Máquinas de San Martín, como limpiador, engrasador, ayudante mecánico, ajustador y las cuatro categorías de foguista, hasta que en 1906 rindió examen como maquinista.Al mando de la 161 trajinó 160.000 kms. entre Rosario y Retiro, en trenes de inspección y en el servicio llamado “El Comercial” en esos tiempos un viaje vip, que se empezó a brindar en 1910, cuando las empresas inglesas se fusionaron en la llamada F.C.C.A (Central Argentino).Sus últimos años antes de la jubilación, que se produjo en 1932, con 36 años de servicio, “Pancho” Savio comandó la 191, la locomotora emblemática y nave insignia de todos los ferrocarriles que surcaban la patria, cuando la red llegó a tener 47.000 kms. de extensión y unía a los pueblos de los cuatro puntos cardinales. La Emperatriz llevó a presidentes y dignatarios extranjeros, desde el conservador Victorino de la Plaza al progresista Hipólito Irigoyen, al duque de Windsor y rey de Inglaterra, que le dijo al orgulloso ferroviario “Mister, usted es el rey de los maquinistas.”Vivió muchos años en una casita de un barrio poblado por compañeros, a pocas cuadras de la estación de San Martín, en la Calle Saavedra casi esquina Lincoln, donde acostumbraba a tomar mate en la puerta en compañía de su esposa, la tucumana María Díaz, hasta que el 6 de octubre de 1963 murió, a los 81 años, en el Policlínico Ferroviario de Retiro.Los tiempos han cambiado mucho, hoy si la patronal propone homenajear a un trabajador, habría que sospechar que no sea un buchón o un esquirol. Savio no lo fue, fue un trabajador digno, y es un honor para los habitantes de la localidad que cumple 34 años, muchos de ellos también obreros, que lleve ese nombre.

Fuente: (InfoBAN)